Tras un arduo y largo verano de constantes vientos del Este y de durísimas luces para un cazador de imágenes, escuchando continuamente el agotador sonido de las chicharras bajo un sol abrasador capaz de aburrir al mas intrépido y tenaz fotógrafo, por fin cae la tarde acariciando el monte con una ligera brisa de poniente que arrastra preciosas nubes altas y algodonosas bajo un intenso cielo azul añil . El pasto seco que ha estado crujiendo todo el verano amanece cubierto por lo que la gente del campo denomina blandura o rocío.
Este tiempo fresco será el encargado de estimular las hormonas de las ciervas que durante todo el año solo se han preocupado de enseñar a sus gabatos las leyes de la supervivencia.
Esta segregación de amorosos olores alterará a los machos que en un frenético y ardiente celo se entregaran a defender sus parcelas y harenes mediante estremecedores e inolvidables sonidos de berrea que harán eco en lo mas profundo del bosque, y que en contadas ocasiones terminarán en medidos combates.
Con el viento de cara, situamos nuestros aguardos bien camuflados en el filo y al respaldo del monte, sin saber nunca por donde aparecerán los venados. Las ciervas siempre en alerta huyendo de los pesados y excitados machos pueden entrarnos por cualquier sitio del claro elegido. Si lo hacen por donde no deben y perciben nuestros olores, toserán en seco y huirán arrastrando con ellas ha todos los cervunos de la zona, incluido los machos que mas que huir correrán tras ellas si estas están en celo.
Si tenemos suerte y entran primeros los machos coronados, estos en su frenético celo estarán mas entretenidos intentando percibir olores de hembras que de humanos y con casi todas garantías triunfaremos y podremos fotografiarlos a placer.
Si la tarde esta fresca, nublada y además chispea debemos de aprovechar para entrar en los hide temprano antes de que los ciervos se levanten de los encames para seguir con su cansada y constante lucha por cubrir el mayor número de hembras. La bajada de temperaturas estimula el ciclo hormonal de las hembras mucho mas que los días calurosos , dejando además mas rastros y olores amorosos en el aire húmedo de la sierra.
Los animales se irán dejando de ver al principio de la tarde en los bujeos y pequeños claros del interior del monte , siempre apoyados a la defensa del oscuro matorral, con la consecuente falta de luz para nuestros sensores que nos obligarán a subir el Iso.
Hasta bien metida la tarde no se irán dejando de ver en los claros mas abiertos, donde ya solo disfrutaremos de sus siluetas y sombras. Con un poco de ingenio podremos sacarle partido a estas formas o siluetas, e incluso componer con ellas.
El equipo utilizado para este reportaje: EOS IDMark II N mas el 500 mm f,4 de Canon , hide y redes de camuflaje.
Un Saludo.
Antonio Atienza
El equipo utilizado para este reportaje: EOS IDMark II N mas el 500 mm f,4 de Canon , hide y redes de camuflaje.
Un Saludo.
Antonio Atienza
Muy buen reportaje, te felicito. Yo iré a Andujar a ver que me traigo este año.
ResponderEliminarNos vemos
Espectacular Antonio, pa quitarse el sombrero si señor.
ResponderEliminarUn abrazote.........
He visto muchas fotos de berrea pero nunca vi el baile que nos muestras, una serie estupenda, saludos.
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