Hace unos años conocí a un buen y gran hombre, y digo grande porque pasa tranquilamente del metro noventa y digo bueno porque hoy es un gran amigo mío con un gran corazón.
Durante años este amigo, Manolo, me estuvo invitando a montar en su ultraligero, pero yo padezco de vértigo y estuve dándole largas durante un buen tiempo, hasta que por fin un día me arme de valor y me subí al aparato.
No sé cómo explicarlo porque ni yo mismo me lo explico, pero la sensación de vértigo desaparece una vez que las ruedas del cacharro despegan del suelo. A veces quiero pensar que es tan grande la satisfacción de ver la tierra desde otra perspectiva, que se anula y desaparece la fatiga. Bueno la fatiga no, por que de vez en cuando te viene el mareo, debido a que uno lleva el ojo pegado al visor, buscando los encuadres y disfrutando de las vistas aéreas.
Estas fotografías están tomadas en la bahía y campiña de Cádiz en compañia de mi buen amigo Manolo y TEO , con la Mark II y EL 24- 105 de Canon y el polarizador montado en todo momento para evitar brillos y reflejos.
Espero que os gusten.
Un abrazo
Atienza